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Ocho cartas y un beso

Queridísimos alcaldes (IX)

Me quedan todavía cinco cartas que enviar a los alcaldes de Lanzarote, pero ya todos han recibido la primera, que para dos son únicas y para el resto la precedente de la última. Y ha habido de todo, de todo. Las reacciones de los políticos no dejan de ser las propias de un animal enjaulado, aunque los barrotes sean de oro y las alas que les permiten el vuelo estén hechas de apoyo popular.

Empecé esta serie de cartas de Queridísimos alcaldes con el propósito de estimular a los políticos más populares y cercanos de la isla para mirarse y verse en su entorno. Y también para que se sientan un poco vigilados. Que se sorprendan de que alguien es capaz de decirles, en este caso escribirles, lo que piensa de ellos sin rubor, sin miedo, sin vergüenza.  Y que, además, sea alguien conocido por ellos, además de profesional de la cosa publicada, y que ellos saben que les conoce y lleva muchos años analizando su realidad y la de otros como ellos que estuvieron y que ya no están a pesar de que, como ellos, pensaban que eran eternos y que los barrotes de oro eran para protegerles de los vaivenes sociales, económicos y políticos. Algunos han entrado en una especie de shock, atemorizados de lo que pudiera decir "ese loco" que no sabe guardar un secreto y que todo lo cuenta. Tampoco es para tanto. No he roto ningún secreto profesional, no he desvelado ninguna confesión íntima, ni he buceado por recuerdos más escabrosos. Nada de eso es necesario y se ha comprobado. Basta con mirar al personaje y su evolución y ver su municipio y su estado. Ahí las vergüenzas públicas, que no púbicas, brotan como las heces en tiempos de lluvia torrencial.

 

Sé que algunos esperaban la carta como si el remitente fuera Hacienda. Como si fuera a mermar la bolsa que les da la vida. Proyectaban sus miedos en la dichosa carta y estaban convencidos de que yo sabía, y que yo publicaría, esa casilla incompleta donde la verdad se había quedado fuera. Algunos respiraron a gusto cuando llegaron al final y volvieron a mosquearse cuando se percataron que el número uno romano, esa "I" latina mayúscula entre paréntesis era el aviso de que, al revés que el coronel de la novela de Gabriel García Márquez, ellos no sólo tenían quién les escribiera sino que, además, lo haría dos veces, tantas como tocaba aquel cartero de cine. Sólo los alcaldes de Tinajo, los nacionalistas Jesús Machín, con el "Estimado amigo/amigo", y de Haría, Marciano Acuña, con "Bienvenido a la tierra", quedaron liberados por distinta y distante razón  y con diferente, también, sensación.

El primero por los tantísimos años que lleva al frente de la alcaldía, que invitamos ya a abandonar por salud democrática, y, al segundo, por el poquísimo tiempo que lleva  y su reciente presentación a elecciones generales, donde ya habíamos trazado su perfil. Aún así, reconozco que han sido dos de las cartas más leídas (el google analytics para saber estas cosas es maravilloso),  y me sorprendió, especialmente, que una de las cosas que más intrigó a los del Norte es que le dijera que se cuidara de los Pérez. Torpeza por mi parte, porque, al parecer, y por los comentarios que me llegaron, medio Haría tiene como apellido Pérez y los únicos tres que no se dieron por aludidos fueron los que han hecho de los alcaldes de Haría y de la política vida y fortuna. Así son los políticos y así es la gente de la calle. Los primeros nunca se dan por aludidos; los segundos, en cambio, creen salir del anonimato en el menor temblorcito.

Unanimidad

También hubo cierta unanimidad al considerar que las dos más duras habían sido las cartas a los dos alcaldes socialistas. Muy duro el "Estimado Montelongo" enviada al alcalde de Arrecife y más duro todavía "Puedo con todo (muy a pesar de San Bartolomé)" a la alcaldesa secretaria general diputada presidenta de grupo aspirante a secretaria general "in pectore" de Canarias.  En eso, era unánime la opinión de mis amigos socialistas, tanto los que la adoran como los que no. Pero ninguno de ellos fue capaz de rebatir un ápice de lo escrito en esa carta. Más bien, partidarios y detractores coincidían en casi todo, pero me manifestaban su convencimiento de que esas cosas se piensan pero no se dicen, y menos se escriben en una carta, por muy personal  que sea. Nunca se dijo que para ser socialista hiciera falta ser sincero ni valiente. Basta con creer que una sociedad más justa es posible. Ninguno de los dos, ni Dolores (Loli)  ni Montelongo me han dicho nada directamente.  ¿Por detrás? De todo, claro. ¡Como todos!

La carta al alcalde de Tías "conquistar un sueño, vivir en un sueño" despertó su morbo en el municipio porque los dos somos de allí y porque, además, para muchos allí soy el amigo de Pepe Juan, cosa que nunca he negado (todavía, y por el momento), pero los comentarios que me llegaron de "la zona popular" y de la neutra es que no sólo se ve que conozco a José Francisco desde pequeño (más chinijo yo que él) sino que estoy dispuesto a reconocerle méritos, a pesar de ser crítico. Y eso es cierto, soy crítico y le reconozco méritos, eso es cierto. El primero que le permitiera al PSOE oxigenarse en la oposición cuando empezó a dar tumbos en un gobierno local "pepejuanista" terminal. Pero hay también segunda carta. Esperemos que sean igual de generosos cuando se le dicen los aciertos que cuando se escriben los desaciertos. Porque la autocrítica empieza por uno mismo y muchas veces no sólo es buena sino fundamental para encontrar el camino de salida del laberinto en el que estamos.

A Oswaldo Betancort , en su carta "Después de la Santa Trinidad" poca cosa le dije, aparte de reconocerle su meritorio éxito electoral que le llevó a la mayoría absoluta que disfruta ahora y avisarle de los riesgos que tienen los egos y superegos que crean esas mismas mayorías. En la segunda  profundizaremos más en su gestión y en los problemas de un municipio inmenso, diverso y con un potencial tremendo. A su amiga y compañera universitaria, la abogada Gladys Acuña, le recordamos en la "¿Unidos por y para todos, por Yaiza o para mí" el polvorín en el que ha sentado sus reales posaderas y que ya lleva más de seis años de alcaldesa. Ya no estamos en tiempos de promesa, sino de recoger la cosecha. Y eso no se consigue enseñando la credencial de diputada que da inmunidad sino con obras y mejores servicios. Lo echó todo en las elecciones prometiendo una Yaiza unida  y mejor  y ya se le ha ido un año para cumplir lo prometido. Pero eso ya son cosas de la segunda misiva.

Sinceramente, en el género de las cartas, no sólo manda la construcción de la misma y la verdad sino también los sentimientos.  Que se digan las cosas, que se desvele la intencionalidad pero, también, que se haga ejerciendo el derecho inalienable de acercarse al destinatario con la profunda convicción de que el remitente lo hace, en cada caso, con la voluntad de provocarle el deseo de mirarse, de auscultarse y de sacar de sí, si así lo entiende, ese mal que le hace vivir la realidad de forma diferente a como es. En definitiva, que si realmente quiere tener un gobierno fructífero para su pueblo y mantener en ellos un recuerdo de agradecimiento o, simplemente, quiere revertir la confianza depositada en él o ella en el regocijo propio, exhibiendo sus cualidades para engañar a los suyos durante un tiempo indeterminado pero finito.

P.D.: Yo, por aclarar dudas, me doy por satisfecho con el beso que me dio en la mejilla una señora, entrada en años pero con sapiencia más perceptible, que me felicitó en plena Avenida de Playa Honda por darle la oportunidad "de conocer tantas cosas y tan bien escritas" de esos políticos. Todavía estoy rojo (y espero seguir así) tanto por el materno beso como por, seguramente, el inmerecido piropo.

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