Foto parcial del fondo de la sala del congreso fundacional de UPY en 2015.
Los asistentes al congreso del pasado sábado. Única foto facilitada por UPY a los medios de comunicación de los afiliados participantes en el congreso. De espalda, como si no quisieran que les vean.
Si es verdad que vale más una imagen que mil palabras, necesitaríamos millones de palabras para rebatir estas. En unas se ve el congreso fundacional de Unidos por Yaiza, en el 2015, no intenten encontrar a Daniel Medina, que cuando eso estaba en el PIL, ni a Ángel Lago, que estaría metido en algún jardín y no precisamente deshojando su margarita política sino trabajando, que para eso es jardinero. Se ve a vecinos y vecinas del municipio de Yaiza, ilusionados y apelotonados por participar en un proyecto político, acudieron más de 300 personas, dando la cara por el municipio.
Numeroso grupo de dirección del partido salido del congreso de 2015, con Gladys al centro y Óscar feliz y relajado.
Minúsculo grupo de dirección salido del congreso del sábado, donde sobresalen los concejales incondicionales de Oscar, al que se ve con cara de circunstancias y tenso.
En las otras dos fotos, se ven medio centenar de personas, sentadas y de espalda, escuchando lo que quieren contarle un grupo organizado que intenta refundar el partido prescindiendo de la mayoría de las personas que participaron en su creación. Es la escenificación más clásica de traspaso de la representación de un grupo a una sola persona. Sacrificar al colectivo por lo individual. La historia está llena de ejemplos. Pero esa misma historia también dice que sin colectivo, sin compromiso social, no hay democracia y el éxito de alguno es solo un paso atrás en la construcción de un espacio más saludable, sostenible y feliz. Por el momento, lo que era una balsa de aceite, un proyecto líder, se ha convertido en una jaula de grillos. ¿Valdrá la pena? Por el momento, no se sabe si valdrá la pena, pero ya sí da pena.
