Cada día que pasa, estoy más convencido de que los políticos, en general, salvo raras excepciones, creen que los ciudadanos pagan los sus impuestos exclusivamente para que ellos puedan vivir a todo tren. Lo digo tan convencido porque es lo único que no les he visto cuestionarse y, además, aumentan sus gastos, los que cargan a la administración, sin el más mínimo reparo. Todo lo demás es susceptible de rentabilizarse. Así se dan paradojas como ver a un gerente y consejero de los CACT elegido a dedo, sin más requisito que ser amigo personal del jefe de gabinete del Cabildo y defender a ciegas las políticas de la parte contratante, cobrando un envidiable sueldo, ridiculizar que Lanzarote tenga un Museo Arqueológico, recién llegadito de Madrid Fusión, donde, seguro, cargó los gastos del viaje, representación, comidas y hospedaje al ente público sin esos exquisitos miramientos de rentabilidad pública. ¿Acaso hubo una rentabilidad directa o indirecta medible de esos gastos disfrutados por el insigne consejero delegado? ¡Vaya hombre, les sorprende la pregunta!